Un mismo evento puede ser relatado desde diferentes enfoques. Cada una de las aproximaciones nos brinda diferentes respuestas a las mismas preguntas. El Holocausto fue un evento histórico tan amplio y complejo que es posible analizarlo desde diferentes perspectivas
En esta ocasión, por ser el mes de la mujer, desde Instrumentos de la Esperanza queremos dar a conocer la biografía de tres mujeres judías para honrar su vida. Ellas son Ana Frank, Hanna Senesz y Alma Rose quienes nacieron en lugares y contextos diferentes, pero todas ellas convergieron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y compartieron su fatídico destino en manos del nazismo.
A través de su vida, buscaremos descifrar ¿Qué significó la música para cada una de ellas? Sin duda una pregunta que comparten, pero cada una brinda una respuesta particular.
“A pesar de todo, pienso que la gente es buena de corazón”.
La historia de la pequeña Ana Frank es una de las más conocidas del Holocausto debido que el diario que escribió durante el tiempo que estuvo escondida en Ámsterdam fue publicado.
Ana se mudó con su familia desde Alemania a Ámsterdam huyendo del nazismo. Sin embargo, en 1940 los alemanes invadieron Holanda y extendieron las políticas nazistas poniendo en peligro a todos los judíos del país. Fue entonces que Otto, el papá de Ana, adecuó un espacio detrás de su oficina para que pudieran ocultarse del peligro. Dentro del escondite sobrevivían gracias a la ayuda de su secretaria quien arriesgaba su vida constantemente proveyéndoles comida. Estuvieron ahí escondidos junto la familia Van Pels durante más de dos años, en los que Ana dedicó largas horas a leer y a escribir. El Diario de Ana Frank relata de forma íntima la vida en ese escondite a través de sus ojos, con la inocencia que una niña de su edad tiene.
Sin embargo por razones desconocidas, el escondite donde se resguardaban fue descubierto y Ana junto con el resto da la gente que estuvo escondida, fueron trasladados a diferentes lugares. Ana fue deportada con su hermana Margot al campo de concentración de Belgen Belsen donde contrajo tifoidea y murió de 15 años de edad. El único sobreviviente de su familia fue su papá Otto quien regresó a Ámsterdam después de la guerra y al encontrar el diario de su hija decidió publicarlo.
Durante los años que estuvieron escondidos tuvieron dos radios que oían frecuentemente. Generalmente escuchaban noticias de la guerra, pero ocasionalmente Anna también aprovechaba para escuchar música. La música para Anna significó una conexión con el mundo fuera de su escondite.
“En la cadena de acontecimientos de mi vida, nada ha sido accidental. Todo tuvo lugar de acuerdo con una necesidad interior”.
Al término de sus estudios en 1933 Hanna emigró desde Budapest hacia Israel a pesar de que aún estaba bajo la ocupación británica. En Israel, Hanna vivió en un kibutz en Haifa y se dedicaba al trabajo agrícola aunque también aprovechó el tiempo para escribir hermosos poemas y canciones. En el Kibutz recibían noticias sobre la Guerra en Europa y fue por eso que Hanna decidió enlistarse en el ejército británico para ir a combatir a Europa y ayudar a los judíos que sufrían la ocupación nazi.
En 1944, después de un periodo de entrenamiento, Hanna junto con dos colegas fueron enviados a una misión como paracaidistas a Yugoslavia. Sin embargo, cuando aterrizaron Hanna fue capturada en la frontera húngara sin poder completar su misión. Tras su captura fue severamente torturada y a pesar de eso, ella nunca delató a sus colegas ni habló de la misión en la que se encontraba. Finalmente fue juzgada por traición a la patria y murió fusilada.
Hanna nunca perdió el ánimo ni agachó la cabeza. Tenía la moral muy alta y sabía por lo que luchaba. Nunca se dejó quebrantar. La madre de Hanna sobrevivió el Holocausto y también publicó su diario.
Durante el tiempo que Hanna vivió en Israel escribió múltiples canciones y poemas que han sido publicados y frecuentemente utilizados en conmemoraciones del Holocausto. Para Hanna, la música fue una forma de expresión.
“Necesito urgentemente estar rodeada de gente joven y feliz. Mis nervios colapsan”.
Alma fue una mujer que estaba destinada a convertirse en una de las mejores intérpretes del violín de su época hasta que los nazis irrumpieron su destino.
Su tío Gustav Mahler fue uno de los mejores compositores austriacos, y su padre, Arnold Rosenblum (más adelante cambió su apellido por Rose) fue director de la Orquesta Filarmónica de Viena y de la Ópera Estatal.
Alma mostró un profundo interés en el violín desde temprana edad y tuvo una carrera exitosa, a sus 26 años fundó la orquesta femenina “Las Valsistas de Viena” con la que pudo tocar en diversos foros a lo largo del continente europeo. Sin embargo, en 1938 con la anexión de Austria a Alemania, Alma y su padre Arnold sabían que corrían peligro, por lo que huyeron a Londres a refugiarse del nazismo. Años después Alma decidió regresar a Holanda para seguir tocando música pero justo coincidió con el periodo en el que los alemanes conquistaron Holanda y Alma quedó atrapada.
Huyó de nuevo a Francia para posteriormente ir a Suiza sin embargo en el camino fue interceptada por la Gestapo.
Alma terminó sus días en el campo de Auschwitz, los alemanes reconocieron su talento y le pidieron que dirigiera la “Orquesta Femenina de Auschwitz” la cual tocaba a los prisioneros todos los días cuando iban y volvían de trabajar, también tocaban música ocasionalmente durante las selecciones y en eventos organizados por la SS los fines de semana.
La orquesta era vital para los alemanes ya que creían que subía la moral de los prisioneros y los hacía más productivos.
Desafortunadamente Alma Rose murió dentro del campo de Auschwitz en 1944 y la causa de su muerte es incierta.
Alma Rose fue una directora muy estricta con las intérpretes que tocaban en la Orquesta Femenina de Auschwitz porque sabía que la excelencia era una cuestión de vida o muerte. Durante el tiempo de su dirección ninguna mujer de la orquesta murió y por el contrario, cuando alguna caía enferma, lograba obtener asistencia médica (lo cual era rarísimo en esas condiciones) es por eso que se cree que logró salvar a las mujeres que tocaban con ella.
La Orquesta generalmente interpretaba canciones de marcha alemana, sin embargo, durante los ensayos también tocaron música de origen judío lo cual estaba prohibido dentro del campo y fue una forma de resistencia. Para Alma Rose la música significó resistencia y salvación.
En este mes donde se promueve la igualdad, el respeto y la equidad de género nos sumamos a la campaña promoviendo los valores democráticos que ayudarán a que nuestra sociedad sea más heterogénea y pluralista, reconociendo y aceptando nuestras diferencias. Transmitiendo nuestra historia, generamos una reflexión individual para lograr una responsabilidad colectiva.