Junio es un mes para recordar y celebrar a nuestros papás. Ellos, quienes además de darnos la vida, nos guían y nos enseñan valores que rigen nuestras acciones. Acompañan nuestro camino con su amor y sabiduría como un faro, que nos recuerda dónde está el puerto cuando perdemos el rumbo.
Desde Instrumentos de la Esperanza queremos dedicar este día a Stephan Prum, quien logró escapar del Gueto de Varsovia junto con su esposa. Gracias a su pasión por la música y su excelente interpretación del violín, pudo sobrevivir a la Guerra.
Al término de la Guerra, se estableció en México y tuvo dos hijos a quienes les transmitió su amor al arte. El día de hoy ellos nos regalan unas palabras recordando su papá:
Stephan Prum Nowalski, nuestro padre que junto con nuestra madre Hanna Riesenfeld de Prum, sobrevivieron el Gueto de Varsovia, fue un virtuoso del violín al grado que su misma pasión, talento y valentía le permitieron sobrevivir para continuar con su vida y poder convertirse en un padre sumamente amoroso de dos hijos, y llegó a ser muy querido y apreciado por todos aquellos que tuvieron el privilegio y honor de conocerlo. Gozaba de un carisma, personalidad y gentileza muy especial que compartía con su mundo de alrededor.
Siempre tuvo una actitud admirable de mirar hacia adelante sin mostrar huellas o heridas del pasado, transmitiendo siempre una alegría enorme y ganas insaciables de vivir. Viajaba constantemente aprovechando cada día esta segunda oportunidad que le dio la vida para disfrutarla a lado de nuestra madre y en muchas ocasiones también con sus hijos, con plenitud entusiasmo y gratitud infinita.
Junto con su esposa, construyeron de cero una nueva vida en México y tuvieron dos hijos, Alberto y Arturo, cinco nietos y a la fecha cuatro bisnietos, a los que ya no tuvieron la dicha de conocer. Pero cada día que tuvieron la bendición de seguir disfrutando de la vida, lo vivieron con plenitud y gratitud infinita hacia México, del cual expresaban constantemente que “como México no hay dos.”
No hay mejor evidencia de que es posible existir y co-crear un mundo sin fronteras y/o discriminación que con la música. No hay mejor prueba de que existen los lenguajes universales, que con su diversidad, sabores, olores y sensaciones conecta a los seres humanos en todo el mundo. Y creo que nuestro querido papá lo sabía, y fue esa su herramienta para poder sobrevivir a ese destino al que se opuso rotundamente, comunicándose de alma a alma a través de su violín.
Alberto y Arturo Prum